Un día como hoy, hace cien años, el 20 de mayo de 1913, nació Lolo Fernández para brillar. Si bien los campos de fútbol extrañan su grandeza, dejó una enseñanza que perdura a través de generaciones. La afición vuelve a recordar a uno de los mejores jugadores peruanos de la historia.
Su solo nombre es sinónimo de gol y fidelidad. Han transcurrido cien años de su nacimiento; sin embargo, el legado futbolístico de Teodoro Fernández Meyzán, «Lolo», todavía perdura como aquellos cañonazos que deslumbraron en la década de 1930 y parte de la de 1940 con su amada camiseta de Universitario y la selección nacional.
Lolo es parte de la historia más sagrada de nuestro balompié y no se podría escribir ella sin mencionar sus hazañas y su clase. Hoy se conmemora un siglo de su llegada al mundo en medio de un ambiente festivo, en que se preparan actividades para evocar su sobresaliente desempeño vistiendo la «bicolor», con la que obtuvo la Copa América, en 1939, disputada en Lima.
Anotó siete goles en total y se convirtió en el máximo artillero de ese certamen. En las siguientes dos ediciones de la Copa, Lolo hizo seis goles y se ganó el reconocimiento como uno de los más grandes goleadores de la historia. Pero los que siempre quedarán en el recuerdo son sus seis tantos en los Juegos Olímpicos de 1936, en apenas dos encuentros.
Competencias
El «goleador de Hualcará» también se hizo presente con dos tantos en la Copa América de 1937 y sus tres goles en los Juegos Bolivarianos de 1938, que le permitieron a Perú ganar la primera edición de dicho torneo, realizada en la ciudad de Bogotá.
Entre las características más visibles de este delantero, natural de Cañete, sobresale su entrega por los colores patrios y la «crema» de toda su vida. Se adelantó a la época porque se comportaba como todo un profesional en los años en que el fútbol era una actividad amateur. Cuidaba su físico, dormía bien y entrenaba de manera disciplinada. Gracias a esa dedicación, Lolo se retiró del fútbol a los 40 años, en 1953, haciéndole tres goles en un clásico a Alianza Lima.
Desde sus inicios, a comienzos de los años treinta, y hasta 1953, defendió la camiseta de Universitario. Ese es un ejemplo de lealtad.
Se dio el lujo de rechazar un cheque en blanco del entonces presidente del Colo Colo de Chile, Arturo Crenovic, quien estaba dispuesto a todo por llevárselo, pero más pudo el amor a su gloriosa camiseta.
Lo mismo sucedería con el Banfield de Argentina, al que accedió sólo para reforzar en un partido disputado en Lima contra el Newell’s de Rosario, jugando con Campolo Alcalde y René Pontoni.
Después vendrían los cinco goles al Racing de Argentina (24 de diciembre de 1944), al que la «U» derrotó 5-3, volteándole el partido. Lolo salió en hombros, en otra tarde memorable. Para él, este fue uno de los mejores partidos que había jugado en su vida y uno de los mejores que se recuerda de la «U».
Frente a su clásico rival tuvo impecables performances, sobre todo en la década de 1940, consiguiendo una impresionante cifra de 19 anotaciones en 28 clásicos disputados. Lolo Fernández sigue vigente como el máximo goleador de la historia de los clásicos con 29 anotaciones.
Todas estas hazañas describen el porqué Lolo es y será siempre un jugador fuera de serie, una figura que ilumina el firmamento de nuestro fútbol.
Andina.