Kuntur Rock: Pastorita Huaracina y Corea del Norte

PASTORITA HUARACINA EN COREA DEL NORTE

Un domingo más donde puedes disfrutar de las crónicas y más interesantes entrevistas que solo el KUNTUR ROCK te puede ofrecer.

Para hoy se tiene una interesante crónica, a cargo de Luis Vigil, sobre el viaje de Pastorita Huaracina a Corea del Norte. Imperdible.

Todo esto y mucho más, todos los domingos desde las 9 pm en Radio Bacán Sat (1130 de la AM) y en http://www.radiobacan.com

Liguilla A 2016: Juan Aurich vs Melgar [FIN DEL PARTIDO]

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Resultado Final: Juan Aurich 1 – Melgar 1

Por la fecha 6 de la Liguilla A, Juan Aurich empató 1-1 con Melgar de Arequipa en el Estadio César Flores de Lambayeque. El gol del local fue anotado por Ricardo Buitrago a los ’47, mientras que Bernardo Cuesta igualó el encuentro sobre el final, al minuto 86.

En lo que parecía ser una victoria que caía como anillo el dedo para seguir en la lucha por ocupar un lugar en los playoffs a fin de año y sumar puntos en condición de local -cosa en la que han trastabillado todo el año-, el Juan Aurich se dejó empatar a solo 4 minutos del final por el Melgar de Arequipa en un duelo por la sexta jornada de la Liguilla A.

En la primera mitad, se observó a un ‘Ciclón’ que priorizaba el juego por la bandas. Ya sea por medio de Víctor Cedrón o Alvaro Medrano, era claro que el mensaje del conjunto chiclayano era atacar los lados defendidos por Nilson Loyola y Jesús Arismendi. Incluso, al momento de querer entrar por el medio, se encontraban una zaga central muy firme comandada por Minzum Quina y Alberto Rodríguez -quien hacía su debut con la casaquilla arequipeña-. Por su lado, los dirigidos por Juan Reynoso tenían complicaciones al momento de intentar realizar un juego asociado al ras del piso, siendo su única llegada de peligro en los primeros ’45 un tiro libre ejecutado por Rogelio Chávez que atajó el golero Angelo Campos.

Ya en la segunda etapa, a solo dos minutos de ser iniciada, Ricardo Buitrago puso en ventaja al Juan Aurich en lo que fue un baldazo de agua fría para el conjunto arequipeño. El volante panameño, en un remate al borde del área tras un pase de Alvaro Medrano, colocó el balón pegado al palo inferior izquierdo de Luis Llontop -quien disputó su primer partido oficial desde mayo del 2014-. Buitrago reemplazó a su compatriota Luis Tejada, quien cumple su fecha de suspensión tras recibir una tarjeta roja en el partido contra Cristal, como el encargado del gol en el elenco chiclayano.

No obstante, tras observar una segunda mitad aburrida y con escasas llegadas a cualquiera de las dos áreas con peligro, Bernardo Cuesta puso el empate para la escuadra arequipeña a cuatro minutos del final por medio de un cabezazo que conectó tras un centro de Omar Fernández en una pésima salida del golero Campos. Sin necesariamente haber merecido el empate, los dirigidos por Juan Reynoso salen del Estadio César Flores de Lambayeque -con una cancha en pésimo estado- con un punto que sirve para seguir presionando a Universitario de Deportes por la disputa del segundo lugar.

Con este resultado, Melgar se mantiene en la tercera ubicación con 60 puntos, mientras que el Juan Aurich hace lo mismo en el noveno puesto con 48 unidades y una diferencia de 0 goles. En la próxima fecha, el equipo arequipeño recibirá al puntero Sporting Cristal, mientras que el conjunto chiclayano visitará a la Universidad César Vallejo.

SÍNTESIS

Juan Aurich (1): Campos; De la Haza, Rengifo, Vílchez, Guizasola; Morales, Rojas, Medrano, Cedrón, Buitrago; Jara

GOL: Buitrago (’47)

T.A.: Vílchez (’28), Jara (’54)

CAMBIOS: Takeuchi x Rojas (’78), Rodas x Medrano (’78), Perleche x Jara (’81)

Melgar (1): Llontop; Arismendi, Rodríguez, Quina, Loyola; Leudo, Arias, O. Fernández, Chávez; Cuesta, Bravo

GOL: Cuesta (’86)

T.A.: Sánchez (’75)

CAMBIOS: Zúñiga x Bravo (’50), Santamaría x Arismendi (’58), Sánchez x Arias (’71)

ÁRBITRO: Luis Seminario

ESCENARIO: Estadio César Flores (Lambayeque)

Fuente: OVACIÓN.

Video: Presentador Steve Harvey se equivoca al anunciar a la Miss Universo 2015

ARIADNA GUTIERREZ PIA WURTZBACH MISS UNIVERSO 2015

Un hecho insólito tuvo lugar en la ceremonia del Miss Universo 2015 en Las Vegas, cuando el presentador Steve Harvey leyó mal la cartilla con el nombre de la ganadora del certamen.

La ganadora era Pia Alonzo Wurtzbach, Miss Filipinas, pero el animador anunció de manera incorrecta a Ariadna Gutiérrez, Miss Colombia, como ganadora.

¿Qué les parece? Un hecho que quedará marcado en la historia de esta competición.

Lucas Carena – ¿Fue Jesús judío?

JESUCRISTO

Consideraciones sobre el judaísmo de Cristo. Aproximaciones y pensamientos.

Muchos prejuicios y saberes preconcebidos pueden resultar como consecuencia de haber aceptado lo frecuente como normal, lo constante como verdadero y, desde luego, lo diplomáticamente correcto como justo y bueno. Repetir mentiras ad nauseam no hace a estas mentiras convertirse en verdad. Que Jesús fue judío es una idea en parte revisable y, ciertamente, discutible.

Este artículo, de tinte ensayístico, no pretende opacar la misión mesiánica, salvífica de Jesucristo. La trascendencia de Jesús para el mundo, no depende de su prosapia. El cristianismo y su mensaje, original y perfecto, hubieran sido de todas maneras en la historia, como revelación de Dios a través de la inmolación de su hijo, Dios y hombre, a través de su pasión, muerte y su resurrección para re-ligar al hombre con la divinidad.  Este hecho comprensible a partir del misterio trinitario, sólo es asimilable en sentido pleno desde un punto de vista teológico-cristológico. Punto de vista que es el fundamental y está por encima de la especulación sobre el origen étnico, racial o cultural del Señor de la Historia. No se pretende navegar por ese cause el cual, desde luego, no está en discusión.

No obstante, hablar del judaísmo de Jesús, no comprende -de ahí este aporte- un debate en todo plano “estéril”, desprovisto de importancia. Cuestionar el judaísmo de Jesús, siempre que ponga de relieve su misión redentora como principal e inobjetable, reviste importancia como “anexo” a los relatos bíblicos y el posible sentido alternativo que se pudiera ver con ello, a determinados pasajes de las sagradas escrituras.

En resumen, delimitar el alcance de este trabajo es fundamental para adquirir una  visión de algunos de los “hechos” en torno a la vida y obra de Jesús de Nazaret que pueden ser útiles para corregir la mirada del Nuevo Testamento y no pretenden poner en un plano profano su misión, la cual fue celestial y revelada.

Por mucho que pueda escandalizar a exégetas y ortodoxos, este aporte rastrea, ordena y profundiza una hipótesis que no es nueva sino que viene de larga data, a saber: que Jesús no fue portador de sangre judía; que Jesús era de ascendencia probablemente griega o indoaria; y que Jesús por lo tanto no pertenecía a la estirpe de David en el sentido literal de la expresión. Sentido, en cambio, que el fariseísmo judaico consideraba de suma importancia en el esperado mesías y por eso buscó señalar, apresar, juzgar y condenar a Jesús. Efectivamente, nos referimos al mismo fariseísmo judaico que se impuso cinco siglos antes el nacimiento de Jesús de Nazaret y que fue severamente combatido en todo momento y en todas sus enseñanzas por éste último. Podemos decir que el presente artículo tiene por objetivo discutir, en función de un recorrido revisionista, el judaísmo de Jesús de Nazaret, el mesías, el Cristo.

Antes que nada, resulta menester, escudriñar el sentido de este “judaísmo” que se pone en tela de juicio. No se pone en discusión si Jesús practicaba la religión judía. Está más que probado que Jesús invocaba a Abraham y a Moisés en sus prédicas, tenía por templo a la Sinagoga y su enseñanza estaba de lleno entregada a la divulgación de una moral estrechamente ligada a ley mosaica a la que, en todo caso, su mensaje y ejemplo buscaban superar. Tampoco se intenta despegar a Jesús del bagaje cultural que la tradición semítica imprimió en los pueblos de la Jerusalén del levante.

Pero claro está también que su afrenta a los maestros de la ley, los ancianos y los fariseos por un lado, y su acercamiento a publicanos y pecadores por otro, estaban regidos en parte por opción personal -la enseñanza de no juzgar y de perdonar- y en parte por la cerrazón, envidiosa y sectaria, de quienes no ocultaban el supremacismo del pueblo elegido y veían en Jesús a un extranjero, un galileo, alguien sin credenciales de legítima pertenencia.

Jesús el Galileo

Joaquín Bochaca Oriol, autor revisionista de origen catalán, escribió un opúsculo resumiendo los principales argumentos que refieren al origen no judío de Jesús. El texto, llamado “El Mito del Judaísmo de Cristo” advierte que decir que Jesús era judío se ha convertido en un axioma. Axioma impuesto para silenciar, incluso, ataques contra el judaísmo. Sobre todos aquellos ataques, dice Bochaca, que ponen al pueblo judío como “deicida”, epíteto no grato para el pueblo elegido por poco que pueda reconocer a Jesucristo como su mesías.

El primer argumento que acuña el autor ya había sido invocado por Huston Stewart Chamberlain, yerno de Richard Wagner, en un trabajo igualmente revelador titulado “Fundamentos del siglo XIX” y está estrechamente vinculado con el lugar de procedencia de Jesús: la baja Galilea. Etimológicamente hablando Galilea es un apócope de la expresión “Gelil haggoyim” que significa: “distrito de paganos” o “tierra de gentiles” y, si bien tal cosa no reviste carácter de “suficiente” por sí sola para dilapidar la creencia del origen judío de sus habitantes, es importante comprender el por qué se utilizaba esta expresión para referirla: Galilea era el nombre con el que los judíos de la Judea, y solo ellos, distinguían a las regiones del norte. La zona septentrional de la histórica Jerusalén estaba compuesta por Samaria y Galilea. Esta última, sobre todo, era lugar de tránsito y de fácil acceso para forasteros. Refugiada del paso de inmigrantes y fuera del alcance de las rutas frecuentadas por extranjeros, en cambio, Judea se componía de judíos no sólo de religión sino también de sangre.

Galilea, desde tiempos remotos, no tuvo una población homogénea. Era la patria de las tribus de Neftalí y Zabulón. Neftalí, sobre todo, se caracterizó desde el principio por su extracción muy heterogénea. Pero, por si esto fuera poco, hay momentos históricos muy delimitados que indican que la composición demográfica de Galilea sufrió importantes modificaciones. En el año 720 a.C. los asirios habían devastado y repoblado la zona de Samaria y Galilea. Repoblación que dio origen a la configuración étnica principalmente de asirios y pastores escitas de origen indoario.

Bochaca se basa en el historiador judío Graetz, para decir que cuatro quintas partes de Galilea habían sido deportadas -el historiador Roberson Smith dice que su totalidad-  siendo sustituidas por población procedente de Asiria y Grecia, semíticos y arios los primeros, arios puros los segundos. Entre ambos historiadores coinciden en que, además de asirios y griegos, se permitió la instalación de numerosas tribus de pastores escitas.

La configuración demográfica de Galilea es claramente modificada a partir el siglo VII a.C. Este hecho no es una mera hipótesis, al contrario, hay abundante material historiográfico de rigor que lo ratifica. Bochaca alude, por ejemplo, a las investigaciones del historiador húngaro Ferenc Zajhty quien se aventuró a sostener que los judíos no consideraban como parte de su raza a ningún galileo, dado que el reinado de Salmanasar III, que gobernó Asiria desde el 858 a.C. se caracterizó por el enfrentamiento con los estados de la zona de Siria, el levante y el sur de Anatolia, llevándose cautiva a toda la población entonces parcialmente judía proveniente de Galilea. Salmanasar V, en el 722 se enfrentó a la rebelión del rey Oseas de Israel, que se había negado a pagar tributo y había pedido ayuda a Egipto. En el 725 a. C. sitió Samaria que finalmente cayó en poder de su sucesor Sargón II quien la repobló. Gran parte de esa nueva población migró a Galilea.

Cabe recordar que la importancia de la sangre judía de la cual Cristo, según esta hipótesis, no era portador estaba dada por los propios judíos de inclinación farisea. En el siglo V a. C. la culminación del cautiverio babilonio, y la segunda reconstrucción del templo de Salomón, sumados a la consolidación del pacto renovado, configuran el contexto sobre el que se impone la Halajá o ley judía y con ella la endogamia. Endogamia que se comenzaba a practicar compulsivamente en una población que, habiendo sido esclava de Babilonia, se había mezclado con otros pueblos esclavos y distaba de poseer la pureza de los “habiru” que originalmente componían el pueblo hebreo de la legendaria Israel. Los principales portavoces para ese entonces de la Halajá, fueron los fariseos que se enfrentaron a Jesús, el Nazareno, el galileo, el goy.

Además de la influencia asirio-babilónica de la región. Galilea recibió, a la postre, la hibridación resultante de las campañas panhelénicas de Alejandro Magno. En 331 a.C. el gran conquistador macedonio expulsó a los pobladores de Samaria, reemplazándolos con población griega. Una parte de los griegos instalados allí emigró, nuevamente, a la “Tierra de los Gentiles” o Galilea. Los pocos judíos de Judea que habían regresado a Galilea por actividades comerciales, fueron obligados a retornar. Este hecho se narra en el Libro I de los Macabeos, cuando el caudillo hebreo Simón Tharsi reunió a todos los judíos que habían vuelto a Galilea y les obligó a regresar a su natal Judea. Esta repatriación obligada alcanzó a todos, sin excepción, en 164 a. C.

Jesús y sus discípulos, todos galileos a excepción de Judas Iscariote, es decir, Judas de Kerioth “una ciudad de la tribu de Judá”, hablaban el dialecto arameo con las dificultades propias para pronunciar las guturales, lo cual era muy común en las tribus de origen ario asentadas en Nazaret, nodo neurálgico de Galilea. María, seguidora de Jesús, provenía de Magdala, localidad cercana a Galilea con igual composición demográfica.

En épocas de Jesús, Galilea y Perea tenían su propio tetrarca autónomo, mientras Judea e Idumea estaban sometidos a un procurador romano. Pero dicha separación política era la imagen especular de una separación entre judíos de raza y judíos únicamente de religión. Jesús era llamado “el Galileo” y “el nazareno” y no “el betlehemita”. El epíteto de “galileo” era utilizado a veces de manera sincera y bien intencionada, marcando su procedencia, pero otras veces de manera peyorativa, xenófoba y racista.

Es muy claro que Jesús colisionó con el judaísmo endogámico del pacto renovado. La refundación del judaísmo que se orientaba a la tradición talmúdica ortodoxa y supremacista, convergía en la descripción consensuada de un mesías de sangre y estirpe, militar y héroe nacional, como lo caracterizan teólogos medievales de la talla de Moisés Maimónides. Muchos vieron, por ejemplo, en Simón Barcoshva esa figura. Pero este choque permanente entre Jesús, llamado el Cristo, y los fariseos había comenzado con los profetas que denunciaban los desvíos de las prácticas judaicas que se alejaban de los preceptos practicados por los pueblos hebreos originarios.

Una doncella galilea llamada Miriam

Tan significativo resulta que Jesús sea o no galileo para interpretar los acontecimientos de su vida y muerte, que muchos se han ocupado de insistir en que Jesús, aún siendo conocido como “el nazareno” por el lugar en el que se crió, nació en Belén de Judea y, por lo tanto, fue un judío de Judea.

Pero el lugar en que Jesús fue dado a luz reviste importancia relativa por dos razones, una práctica y otra teórica o teológica: si adherimos al relato bíblico acerca de que el lugar exacto en el que nació Jesús se trató de un pesebre, lugar de tránsito y refugio -en los alrededores de Belén- durante el camino que José y María emprendieron hacia Egipto para eludir la disposición de Herodes el Grande de dar muerte a todo niño menor a 2 años haciendo cumplir la profecía de Jeremías Mr (2,16-18) entonces debemos admitir que si Jesús vio la luz del día por primera vez en territorio de Judea en circunstancias extraordinarias, en el transcurso de un escape. Esto no hace a Jesús un judío de Judea.

Sus padres, ambos de Nazaret, no eran la excepción a la complexión demográfica griega, no judía, de la población galilea. Josefo indica en su autobiografía que el viaje desde Galilea a Jerusalén podía hacerse, a toda prisa, en tres días. Así, resulta factible que, en circunstancias excepcionales, Jesús haya nacido en algún punto de dicho trayecto.

No obstante, lo que resultaría sí de suma importancia es el lugar de la inmaculada concepción. Todas las fluctuaciones demográficas antes descritas, en realidad, no dicen mucho acerca de un hombre que nació milagrosamente por obra del espíritu. Esta es la razón teológica por la cual el lugar de nacimiento del redentor no reviste importancia sustancial para refutar la hipótesis de un Jesús con ascendencia biológica griega o aria.

Más precisamente, admitir la ausencia de judíos de raza en Galilea es revelador en tanto nos dice algo, en rigor, acerca de María, la santísima virgen. Si María concibió en esta condición -cosa que los que hablan de un Jesús de Judea pasan por alto negando por elevación su divinidad- lo que importa no es tanto dónde nació Jesús sino la procedencia de María. “Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María…” Lc (1,26-38).

Para el momento de la anunciación bíblica, podemos decir, no había judíos de origen judío en Galilea, como se ha explicado. Ahora bien, una doncella galilea, Miriam o María, fue la elegida para concebir, por obra y gracia del Espíritu Santo, a Jesús. Muchos han sido los esfuerzos por poner a Jesús como el heredero, miembro legítimo del linaje de David, porque así estaba anunciado en las escrituras y así debía cumplirse de manera profética. Pero los linajes mencionados en el nuevo testamento, en realidad, conducen a José, su padre adoptivo. Admitir la virginidad de María como dogma de fe, implica entender que Jesús, si tiene linaje, lo tiene por parte materna y de ese linaje poco o nada se sabe.

En el Nuevo Testamento, la genealogía de Jesús según el Evangelio de Lucas traza el linaje de Jesús hasta el rey David a través de la línea de Natán -hermano de Salomón- aunque según el Evangelio de Mateo traza el linaje a través de Salomón. Una explicación convencional, a partir de la época de Juan Damasceno, es que Natán es el antepasado de María mientras y que Salomón es antepasado del marido de María, José. Pero esta conjetura es infundada puesto que la genealogía de Lucas, si bien pasa de David a Natán y no a Salomón, también llega a José y no a María: “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José, hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai, hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá, hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri, hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er, hijo de Josué, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquim, hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matatá, hijo de Natán, hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón, hijo de Aminadab, hijo de Aram, hijo de Esrom, hijo de Farés, hijo de Judá, hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo de Nacor, hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Peleg, hijo de Eber, hijo de Sala, hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec, hijo de Matusalén, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán, hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios”. Lc (3:23-38) A diferencia de Mateo, su recorrido va en sentido inverso -la genealogía va de manera ascendente- y llega hasta Adán no hasta Abraham. Pero ambos desembocan en el padre putativo de Jesús, no en María de Nazaret.

De cualquier manera, los recorridos genealógicos han sido errantes, carentes de coincidencia y objeto de innumerables controversias. Muchos, incluso con la mejor intención, han forzado el linaje porque han caído en la trampa de la literalidad del linaje davídico. Las fuentes historiográficas, sobre todo las articuladas por Bochaca, contrastan con estas menciones que aparecen en los evangelios, priorizando la idea de que Galilea difícilmente haya sido lugar de residencia de judíos de sangre en épocas de Cristo.

Jesús, es hijo de la divinidad que fecundó de manera directa y sin intermediarios a María, que fue una virgen del distrito de los gentiles. Actualmente, estudios realizados sobre el Santo Sudario de Oviedo, arrojan la presencia de ADN mitocondrial en la sangre allí derramada y este ADN es aportado exclusivamente de línea materna. Hay un cromosoma Y que aparece, de manera inexplicable a la luz de la ciencia, para determinar el sexo varón de Jesús. Si bien todavía no hay nada concluyente en estas investigaciones y podemos considerar que la ciencia moderna no es el tribunal de la fe, es cierto que tanto la ciencia como el dogma concuerdan en la “virginidad” como hecho inapelable.

Con todo lo expuesto, la expresión “Hijo de David” ¿Se trata entonces de un error? En absoluto. Que Jesús fue hijo de David sólo puede comprenderse revisando el sentido de la expresión. Incluso, en determinado momento, Jesús confunde a los escribas y fariseos al pedirles que expliquen el significado de este mismo título: “¿Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? David mismo le llama “Señor.” ¿En qué sentido es, pues, su hijo?” (Mr 12,35:37) Desde luego, los maestros de la ley no podían responder esta pregunta y por lo tanto Jesús exponía la ineptitud de los líderes judíos como maestros y su ignorancia de lo que el Antiguo Testamento enseñaba respecto a la verdadera naturaleza del Mesías. Jesús habla allí de Cristo, no de Mesías, al referirse al Hijo de David generando desconcierto, pues ser hijo de David, significaba ser rey de Israel, al igual que David. Jesús enseñaba que, contra la creencia de los maestros y sabios judíos, el Cristo/Kristos constituye una figura mucho más universal, que alcanza no solo a los Hijos de Abraham sino también a todos los Hijos de Adán, o sea, a la humanidad en su conjunto. Este Cristo será el rey de Israel y el mesías.

Es sabido que “Cristo” y “Mesías” son las palabras griega y hebrea, respectivamente, que significan “Ungido”. La razón para este título es que en los tiempos antiguos, cuando se coronaba a los reyes, se hacía ungiéndolos con aceite. Pero Jesús escoge el término Cristo para plantearles un dilema: ¿Cómo puede ser que el rey de Israel sea el Cristo de los paganos? Jesús pretendía romper con la interpretación racista y endogámica los maestros de la ley.

El linaje de David, el cual se constituye en requisito del esperado mesías para los judíos farisaicos puede tener entonces o bien un sentido no literal, o bien tratarse de un error, una inconsistencia hermenéutica. Inclinándonos por lo primero, que Jesús sea hijo de David forma parte de un “llamado” a reconocer en el Cristo/Kristos griego, también al mesías. El linaje que llega a José, se presenta ante los ojos de los judíos -todos- como una exhortación a mirar en este galileo, a quien el legendario pueblo de Israel debía reconocer como su salvador. Reconocimiento que, empero, se reveló de manera singularísima, para que, junto con la revelación del Hijo, se revelara también el misterio trinitario. En esa concepción milagrosa, camino elegido por Dios para manifestarse a los hombres, intervienen las tres personas de la santísima Trinidad.

La estrella de David, como símbolo de la ortodoxia rabínica talmúdica, es un símbolo del no reconocimiento de la figura de Cristo como el mesías. Porque la sangre de David como requisito, se transforma así en el factor de obstinación y, por lo tanto, de no aceptación de Jesús como el esperado mesías. Reconocimiento que es la conclusión del verdadero judaísmo, de la verdadera gnosis, diría Meinvielle, judeo-católica.

Puede interpretarse, que Jesús aludía a una interpretación figurativa de la expresión “hijo de David” no asumida por el fariseísmo, la cual se transformaría en la bisagra entre un Jesús mesías rey de los judíos y un Jesús impostor, un blasfemo. Los fariseos sabían perfectamente que decirse “hijo de dios” no era blasfemia. Lo que en realidad molestaba era que en esa expresión se ponía en un plano de universalidad lo que consideraban reservado a su estirpe, a saber, la descendencia consanguínea de David.

Cristo y el fariseísmo

Con todo lo hasta aquí dicho y, si aceptamos como plausible la hipótesis de un Jesús no judío, es factible “resignificar” o al menos darle completitud a innumerables pasajes bíblicos del nuevo testamento que muestran la tensionalidad entre el galileo y los judíos: “Al ver lo que Jesús había hecho, creyeron en él muchos de los judíos que habían ido a acompañar a María. Pero algunos fueron a contar a los fariseos lo hecho por Jesús. Entonces los fariseos y los jefes de los sacerdotes, reunidos con la Junta Suprema, dijeron: –¿Qué haremos? Este hombre está haciendo muchas señales milagrosas. Si le dejamos seguir así, todos van a creer en él, y las autoridades romanas vendrán y destruirán nuestro templo y nuestra nación. Pero uno de ellos llamado Caifás, sumo sacerdote aquel año, les dijo: –Vosotros no sabéis nada. No os dais cuenta de que es mejor para vosotros que muera un solo hombre por el pueblo y no que toda la nación sea destruida. Pero Caifás no habló así por su propia cuenta, sino que, como era sumo sacerdote aquel año, dijo proféticamente que Jesús había de morir por la nación judía, y no sólo por esta nación, sino también para reunir a todos los hijos de Dios que se hallaban dispersos. Desde aquel día, las autoridades judías tomaron la decisión de matar a Jesús. Por eso, Jesús ya no andaba públicamente entre los judíos, sino que se marchó de la región de Judea a un lugar cercano al desierto, a un pueblo llamado Efraín. Allí se quedó con sus discípulos”. Jn (11,45-56)

Jesús, en su carácter de Crsito, Sóter o Mesías se imponía como salvador universal y ello no ayudaba a “reunir a los hijos de Dios que se hallaban dispersos”, por el contrario contribuía a la dispersión. Es notorio que la expresión “hijos de dios” es utilizada por Caifás como hijos de David, y aquí llamativamente no hay blasfemia. A los judíos dispersos no los reuniría un Cristo que se coronara salvador tanto para gentiles como para judíos. El efecto sería centrífugo, como lo hizo Pablo de Tarso luego de la crucifixión. Jesucristo, destruía la endogamia. Transformar al cristianismo en secta desviada, fue necesario para preservar la endogamia y el supremacismo fariseo.

Hay ciertos elementos, en la conspiración contra Jesús, que deberían llamar la atención. El lugar de donde tiene que huir Jesús, que ya había querido ser apedreado por los fariseos en varias oportunidades, es de la Judea. Judea se encontraba bajo la égida del procurador de Roma. Pero, ¿Por qué peligraba el pueblo judío y su nación? ¿Por qué las autoridades romanas destruirían el templo y la nación judía a causa de la presencia de este nazareno? ¿Por qué Caifás considera que matar a Jesús salvará a la nación judía? ¿Acaso Jesús era enemigo declarado del imperio romano? ¿Los romanos odiaban o temían a Jesús? Nada más lejos. Valerio Grato -Valerius Gratus- fue procurador de Judea desde el año 15 hasta el 27 d.C. Fue el predecesor de Poncio Pilatos. Poco conocida es una carta que Grato envió a las autoridades de Roma hablando sobre Jesús. Tibierio, emperador de aquel momento, ya había oído hablar de las maravillas realizadas por Jesucristo y esto despertaba curiosidad y preocupación. Pidió entonces a Grato que le enviara información de este nazareno, que se decía el mesías cuando hablaba con judíos y al que los paganos conocían como el Cristo. Grato contestó que se trataba de una persona inofensiva para el imperio y que, por el contrario, era un carpintero que predicaba entre los judíos. No era un hombre de temer para los romanos ya que no había en él nada que lo asemejara a un revolucionario, a un militar o un conspirador.

El historiador judío Flavio Josefo dice que Caifás accedió al sumo sacerdocio alrededor del año 18, nombrado por Valerio Grato. Es simple colegir que Caifás no recibió por parte de Grato ninguna orden de Roma para capturar y, mucho menos, para eliminar a Jesús. Al contrario, es muy factible que Caifás viera en Cristo, poseedor de un carisma arrasador, un potencial aliado de las autoridades romanas o que simplemente su expresión se debiera a que vio en Jesús una amenaza, alguien que podía disputarle el poder a los sumos sacerdotes de Judea. Lo que claramente estaba en juego para los fariseos era la endogamia artificialmente instalada y la situación de privilegio de la que gozaban. Jesús jamás buscó un lugar de poder ni reconocimiento terrenal, pero su grandeza, su sabiduría y  sus milagros generaron tanta fascinación que el sanedrín advirtió que era menester eliminarlo.

Tras la muerte de Jesús, alrededor del año 50, cuando llegaron judíos creyentes en Jesucristo a la comunidad cristiana de Antioquía, se escandalizaron al ver que los miembros conversos y bautizados no habían sido previamente circuncidados ni cumplían otros preceptos de las leyes judías. Estos judíos creyentes, comenzaron a predicar que era necesaria la circuncisión y la asunción de toda la Torá, lo cual generó desconcierto y sorpresa entre los creyentes griegos. Por esta razón, los discípulos de Antioquía encomendaron a Pablo de Tarso y a Bernabé que se reuniesen con Pedro y los demás apóstoles en Jerusalén para resolver esta situación. Pablo, que poseía formación teológica judía, fue el gran evangelizador de los paganos que se convertían al cristianismo en masa y el primero en entender que Jesús era el mesías en sentido revelado, donde el linaje estaría en segundo plano y la descendencia davídica solo tenía un sentido figurado para poder declararlo monarca de los judíos. En el concilio de Jerusalén, se termina decidiendo que el bautismo no requería circuncisión previa gracias a que Pablo, con majestuosidad discursiva y recto entendimiento iluminado por Dios, convenciera a Pedro, principalmente, de que Jesús vino tanto para los judíos como para los gentiles. Si Jesús hay destrucción de la endogamia dentro del judaísmo, con Pablo -que había sido persecutor de Jesús- hay directamente cristianismo más allá de la religión judía. Pero tal resolución tomada en Jerusalén se vería reforzada y más fácilmente comprensible bajo la hipótesis de un Jesús no judío, aunque no podamos, cierto está, demostrarlo.

El Proceso

Los juicios de Jesús suman un total de  seis: tres de ellos en una corte religiosa y tres ante una corte romana. Jesús fue juzgado ante Anás el sumo sacerdote saliente; Caifás, el sumo sacerdote en funciones, y el Sanedrín. El delito era de “blasfemia” por afirmar ser el Hijo de Dios y el Mesías. Pocas veces en la historia se han encontrado tanas irregularidades en un proceso como el que juzgó a Jesús de Nazaret. Y estas irregularidades, de acuerdo a la ley judía, se aceran a lo obsceno: En primer lugar, ningún juicio podía llevarse a cabo durante alguna celebración y Jesús fue juzgado durante la Pascua. En segundo término,  cada miembro de la corte debía emitir un voto individual para, en función de un estricto sistema de  mayorías, condenar o absolver al acusado.  Jesús fue condenado a fuerza de gritos y agravios provenientes de diversas multitudes. Ante una pena de muerte sentenciada, debía pasar una noche antes de que se llevara a cabo; sin embargo, solo pasaron unas cuantas horas antes de la crucifixión. Los judíos no tenían, en rigor, autoridad para ejecutar a personas, sin embargo, se las ingeniaron para ejecutar a Jesús. Ningún juicio podía llevarse a cabo por la noche, pero este juicio se hizo antes del amanecer. Se debía proporcionar al acusado consejo y representación, pero Jesús no tuvo ninguno. No estaba permitido hacer preguntas de autoincriminación al acusado, y a Jesús lo único que se le preguntó es si era el mesías. La pregunta es: ¿Hubiera sido posible todo esto si Jesús no hubiera sido un goy, un gentil?

Barrabás era un bandido Jn (18,40). Con término griego “lestés” se solía designar en Judea a los también llamados zelotes -movimiento político-nacionalista- que hacían las veces de “guerrilleros” o “terroristas” y luchaban contra la ocupación romana y por la liberación política de Israel. Barrabás era un asesino, pero sus homicidios se habían ocasionado durante una insurrección. Mientras que Pilatos tenía motivos claros para mantener cautivo a Barrabás, no así lo tenía para apresar y condenar a muerte a Jesús. Su intención fue montar una treta para liberarlo sin intromisión en la ley local, respetada en general por el Imperio romano con todas las provincias que estaban bajo su autoridad. El lavatorio de manos era una costumbre judía y Pilatos se agiornó este gesto para poder  hacerse entender por los judíos que, en su mayor parte, no entendían el idioma griego. Pilatos hablaba a lo sumo koiné, un dialecto híbrido, para darse a entender con los judíos. Pero Pilatos supeditó con este acto a Jesús a un proceso basado en las leyes judías, no romanas, sabiendo que le darían muerte -por no ser judío- cuando ya se le habían agotado las posibilidades de salvarlo.

La sentencia de muerte, recuerda Bochaca, sólo podía imponerse a un ladrón o a un estih, es decir a una persona que intentara persuadir a los judíos de abandonar su credo o causar una brecha en su unidad racial. Pilatos consideró que esto era lo que el sanedrín quería, como procurador de Judea, permitió que los judíos condenen a un extranjero injustamente, sin ver en Jesucristo culpa alguna.

Es más que evidente que Jesús no gozó de ninguna de las garantías procesales de la ley judía aplicada a un judío. Desde la nocturnidad de su captura, violatoria de todos los derechos de los judíos, hasta el cartel que a modo de epitafio se colocó en la cruz. La leyenda colocada sobre el Jesús crucificado constituye una evidente provocación irónica, una burla racista dirigida a un galileo que pretendió ser rey de los judíos. Se lee en Mateo (27:37): “Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.” En Marcos (15:26): “Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDÍOS.” En Lucas (23:38): “Había también sobre él un título escrito con letras griegas, latinas y hebreas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS.” Y en Juan 19:19: “Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS.” ¡Un Nazareno, rey de los judíos! Esto cobra sentido a la luz de la hipótesis en la que discurrimos. Además, la lamentable inscripción, estaba escrita en cuatro idiomas diferentes: griego, hebreo, arameo y latín. Esto lo podemos ver en Lucas (23:38) y Juan (19:20) como mensaje directo a los seguidores de distintas lenguas, etnias y regiones. Como claro mensaje xenófobo y endogámico.

Según se lee en Mateo (27:25) durante el proceso a Jesús los judíos pronunciaron una frase que ha sido objeto de diferentes controversias e interpretaciones: “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!”. Frase que ha sido utilizada para explicar los más diversos acontecimientos históricos en relación a judíos y cristianos, desde una posible “maldición” sobre los judíos que se concreta en el holocausto, hasta una explicación de ciertas prácticas rituales, como los libelos de sangre –sacrificios de niños cristianos- que se le han atribuido a los Judíos de la edad media.  Resulta dificultoso, desde luego, hacer una interpretación unívoca. Pero Jesús consagra la sustanciación y efusión espiritual con la eucaristía, acto que puede tener, dentro de las múltiples lecturas que pueden hacerse, el sentido de un pacto de sangre, el cual es propio de las culturas indoeuropeas y no de las culturas semíticas. Este pacto, por así llamarlo, no conmovía a los judíos que no lo reconocían mesías y al clamar por su “derramamiento de sangre” sobre futuras generaciones, es factible hacer una lectura en la que manifestaban desprecio -a la vez de su ascendencia- de su descendencia, su heredad y su legado. Dado que Jesús no tuvo hijos biológicos, su herencia se plasmaba en el vínculo por medio del sacramento eucarístico a partir del cual los cristianos se forjan en hermandad en un solo cuerpo y una sola sangre. Sangre no judía y despreciada por el fariseísmo judaico.

Según las antiguas leyes y costumbres judías, la posibilidad de escapar de la pena de muerte quedaba abierta en todos los casos, y hasta el último instante. En el camino entre la prisión y el lugar de ejecución debía haber un observador cada cien pasos. El deber de dichos observadores era indicar si algún “nuevo testigo” deseaba aportar testimonio que sea suplementario de descargo en favor del condenado. Dichos testigos de último momento se daban a conocer levantando su mano derecha. El condenado tenía, así, derecho a nuevo juicio, y, en ocasiones, según la calidad de la nueva prueba aportada, era indultado ipso facto. Es sumamente extraño, de acuerdo al estudio de Bochaca, que en la procesión que siguió a Cristo hasta el Calvario, absolutamente nadie, ni sus apóstoles ni sus discípulos, pudieran atestiguar a su favor para salvarlo. Habiendo salvado a tantos, curando enfermedades e incluso resucitado muertos, con tantos seguidores que lo ovacionaron el domingo anterior en Jerusalén ¿cómo es posible que no haya habido un solo testigo en su favor? No es posible, en modo alguno, que el prestigio y la popularidad de la que gozaba Jesús no hayan podido brindar los testigos necesarios para evitar la pena de muerte por más temor que pueda haber habido en sus seguidores y adeptos salvo, concluye Bochaca, que Jesús no fuera judío o, por lo menos, que no fuera juzgado bajo debido proceso como tal. Estas garantías procesales solo eran aplicables a los judíos y quedaban excluidos los gentiles, los extranjeros y los que dependían de la ley judía pero no eran racialmente judíos. Incluso resulta verosímil pensar que Perdo negó conocer a Jesús tres veces antes del canto del gallo no sólo por miedo, sino también, porque sabía que su testimonio o reconocimiento no lo salvaría. Esto, desde luego no lo exime de culpa, pero ilustra de modo muy distinto aquella situación.

Conclusión y reflexiones a título personal

Dios se manifiesta de las formas más misteriosas, se suele decir. Jesús, el Cristo, fue condenado a la cruz por decir ser alguien que “no podía ser”.  Un galileo rey de los judíos era inconcebible. Y esta imposibilidad radicaba en el hecho cismático que representaba su presencia entre los círculos fariseos y las consecuencias que los miembros del sanedrín, auguraban, tendría el judaísmo si Jesús era coronado Rey, es decir, reconocido como el mesías.

El verdadero judaísmo, conduce a Cristo. El falso, lo condena. Y no puede haber conversión y salvación sin Cristo puesto que nadie llega al Padre sino a través del Hijo.  Creo sinceramente que Dios, en aquél entonces, puso a prueba al pueblo elegido. Si efectivamente seguían venerando al becerro dorado, entonces verían a Jesús como una amenaza, disputando el trono de Israel en sentido profano y terrenal. Si, por el contrario, los judíos rompían su propio chauvinismo, si dejaban de lado su orgullo de raza escuchando a los profetas, entonces el judaísmo se hubiera encausado a su verdadero destino: Jesús  mesías.

Hay, a mi entender, un exageración en el discurso de Joaquín Bochaca que no comparto cuando expresa que toda obra tiene resabios de su autor, por tanto Jesús no pudo haber sido Judío porque nada bueno puede haber venido de ellos. Creo sinceramente que esto no es así porque el judaísmo lesivo, deicida que condenó y crucificó a Cristo es solo un desvío y no representa el verdadero judaísmo. El fariseísmo, distorsión y desvío que se enquista en una coyuntura histórica, tenía que cumplir un rol en el camino de la revelación y, en este plano escatológico, no podía no haber sido de otra forma. Sin muerte no hubiera habido resurrección. Cristo vino a vencer a la muerte y no a los judíos.

Lucas Carena

Bibliografía:

  • Bochaca Oriol. J. El mito del judaísmo de Cristo (Ed. Kamerad)
  • H. S. Fundamentos del siglo XIX. (Ed. Suiza).
  • Josefo Flavio. Autobiografía. (Ed. Alianza)
  • Josefo Flavio. Antigüedades judías (Ed. Akal)
  • Meinvielle, J. De la Cábala al Progresismo. (Ed. Calchaquí)

¿Qué pasa en China? Tercera explosión de una planta química

TERCERA EXPLOSION CHINA 2015

¡¿QUE PASA EN CHINA?! ¿¡Quieren llevar a la guerra a los 2 CAPITALISTAS opuestos en cultura (EE.UU. VERSUS CHINA) para que gane CHINA?

No dudo cuando los TITIRITEROS del mundo hacen lo posible para desviar su atención a otro polo para olvidarnos del que la gente ya se cansó! Recordemos que CHINA es ROSTCHILD, es decir, el JUDAÍSMO INGLÉS en el lejano oriente.

Sería la TERCERA EXPLOSIÓN de una FÁBRICA de químicos en CHINA!

En la noche del lunes 31 en una planta química de la ciudad de Dongying, de Shandong, CHINA (‘People’s Daily’).

Es la segunda que se daría nuevamente en esa provincia ya que el pasado 22 de agosto tuvo lugar la fuga de cientos de miles de toneladas de adiponitrilo, un líquido incoloro que puede liberar gases tóxicos al reaccionar con el fuego.

El 13 de agosto, se produjeron fuertes explosiones en un almacén químico en la zona portuaria del municipio chino de Tianjín, situado en el noreste del país. La tragedia dejó 121 muertos y varios centenares de heridos, además de causar destrucciones a gran escala.

Fuente: Facebook Políticamente Incorrecto «Ezequiel Génesis»

Shemitah: ¿Pasará «algo» en Setiembre 2015?

INTERROGACION

Subtitulado en español, para demostrar los hechos y abundante evidencia que algo grande ocurrirá este Setiembre, algo que prometemos no crear de nuestra imaginación. Algo que la mayoría no sabe, y que la élite trata de esconder.

Video original de: UnitedforWakening channel
Editado por: Renee M